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BLOG DEL LAICADO TRINITARIO DE VALDEPEÑAS

Tomemos un momento para Orar en Verano: "Huele a Verano".

Tomemos un momento para Orar en Verano: "Huele a Verano".

Estas últimas semanas de curso es lo que tienen… Caras largas y ojeras para los estudiantes. Insomnio. Ir rematando actividades en muchísimas áreas de la vida cotidiana. Publicidad playera. Canciones simples y pegadizas, tipo “tengo la camisa negra, com´on com´on com´on baby te digo con disimulo”. Ganas locas de acabar. Una pregunta en todos los labios: “¿ya sabes qué vas a hacer este verano?” Calor. Mucho calor.

En algún momento caerá el primer chapuzón, si tienes suerte en la playa, si no en una piscina, y en el peor de los casos a manguerazos (aunque este año la sequía no va a dejar mucho margen al gasto de agua). Se cierne sobre muchos la inquietante sombra de si en julio y agosto habrá que estudiar mucho o poco; y en ese adverbio nada más radica la posibilidad de hacer o no hacer todo lo que uno querría…

Huele a verano, a descanso, a cambio, a oportunidades… Y no hay duda de que el verano es un tiempo especial.

Tiempo para el Cambio

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”. (Qo 3,1).

Vacaciones. ¡Qué bonita palabra! Qué suerte para quienes podemos disfrutarlas. Un derecho humano (lástima que, como tantos otros, siga siendo algo que para demasiada gente en nuestro mundo es una utopía). Vacaciones es tiempo para cambiar las rutinas. Incluso en muchos casos los horarios de trabajo se suavizan.


Es tiempo para hacer otras cosas. Un viaje, que sea tiempo de calidad compartido con tus gentes; un campo de trabajo en el que puedas dedicar tu tiempo a aquellos para quienes nunca lo tienes; unas semanas empapándote de novelas; más espacio para lo importante: escribir a tus amigos, hablar con tu familia…

Explorar otras posibilidades. Es bueno salir por un tiempo de la rutina. Disminuir la velocidad en vidas aceleradas. Mirar a lo lejos si los horizontes cotidianos son demasiado pequeños. Sonreír más. Y agradecer la oportunidad de hacer todo esto.

Y nos preguntamos: Tal vez es este un buen momento para mirar atrás.
Y también para mirar adelante.

Vacaciones, pero no de Dios.

“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22).

Porque Dios no es una tarea más o una rutina propia de nuestro curso, como las clases, el trabajo o los estudios. No nos dan créditos por intentar dejar que el evangelio nos empape.

No es que desconectemos unos meses como cristianos ahora. Porque de Dios no se descansa, sino que, en todo caso, el evangelio es (también) espacio de reposo y de alegría.

La relación con Dios también tiene y requiere sus ritmos, y a veces nos exige y nos aprieta, mientras en otras nos abraza y nos sosiega. Este tiempo de verano puede ser una ocasión para buscarle de otro modo, para recordar que en nuestra vida está él con fuerza. Para escuchar más, o para pedir de un modo diferente. Para dejarnos acompañar un poco más. Para saber que no estamos solos.

Repite muy despacio: ¿Cómo va Dios en mi vida?, ¿Hay vaciones de Dios? Y reza:

EL DIOS DE LA FE

En medio de la sombra y de la herida
me preguntan si creo en Ti. Y digo:
que tengo todo, cuando estoy contigo,
el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.

Sin Ti, el sol es luz descolorida.
Sin Ti, la paz es un cruel castigo.
Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo.
Sin Ti, la vida es muerte repetida.

Contigo el sol es luz enamorada
y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es casa reposada
y contigo la vida es sangre ardida.

Pues si me faltas Tú, no tengo nada:
ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.

José Luis Martín Descalzo

Tenlo presente y acuérdate de Dios Trinidad este verano.

Jose Vi.

 

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