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BLOG DEL LAICADO TRINITARIO DE VALDEPEÑAS

Cristo hecho por un preso de la Capilla de la Cárcel de Herrrera.

Cristo hecho por un preso de la Capilla de la Cárcel de Herrrera.

ORACIÓN DEL PRESO

Cristo, yo soy un preso. Solo tú sabes lo que cuesta rezar a un preso.

En nuestro ser más profundo explota a cada instante la rebelión.

Es difícil rezar, es difícil creer, cuando uno se siente abandonado por

la humanidad.

También para ti fue difícil rezar en la cruz, y gritaste tu angustia, tu

cólera, tu desilusión, tu amargura:

"¿Por qué me has abandonado?".

Quizá sea esta la única oración que podamos hacer.

Un "por qué", que en tus labios era distinto, porque tú eras inocente.

Nosotros no somos inocentes: no lo es ningún hombre de la tierra.

"El que esté sin pecado que tire la primera piedra';

Pero nuestro "por qué" es una petición de justicia, aunque pocos

quieran escucharnos y crean en nosotros como personas.

Jesús, tú también fuiste un preso, un torturado, un acusado y un

condenado. Tú, cuyo último escándalo, fue canonizar, sin milagros ni

procesos, a un ladrón condenado a muerte.

A Tí, Señor, víctima de todas las injusticias cometidas por la

justicia humana, dirigimos nuestro grito.

Acéptalo como oración. Perdona y olvida todo el mal que hemos

hecho. Aunque no todos los hombres nos perdonen y nos sigan marcando

en la sociedad como delincuentes.

Es terrible la marca que sella a los presidiarios. Señor: una marca

que ni siquiera respeta a los inocentes.

Porque aquí, entre nosotros, también hay inocentes. Pobres víctimas

de familias desestructuradas, de amores no recibidos, de abandonos en la

infancia, de incultura, de juventud marginada y excluida, de injustas

estructuras sociales,

Señor, no me gustaría perder mi dignidad humana por el hecho de

haber entrado en la cárcel.

No quiero renunciar a ser persona.

Quiero creer que tú, al menos, el más justo e inocente de los

condenados (fe la historia, serás capaz de comprender mis lágrimas y mi

rabia.

Tú solo eres mi último hilo de esperanza verdadera.

Perdona Señor, si detrás de estas rejas, miro furioso y con rabia a

una sociedad que me señala y me excluye.

Cristo, dame fe en la verdadera libertad, en esa libertad que está

dentro de nosotros y que nadie puede arrebatarnos.

Danos fe en nosotros mismos y en nuestra capacidad de

regenerar nuestra vida según el modelo que nos ofreces en tu

evangelio.

Madre Santísima de la MERCED, ruega por nosotros sedientos de

libertad, rompe las cadenas que nos esclavizan y anulan como personas.

Vela y protege a nuestras familias.

Extiende tu manto maternal sobre esta prisión, para que, entre

todos, consigamos humanizar y dignificar nuestras vidas.

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