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BLOG DEL LAICADO TRINITARIO DE VALDEPEÑAS

Pastoral Penitenciaria

Experiencia en el Campo de Trabajo de la Cárcel de Alhaurín de la Torre (málaga)

Experiencia en el Campo de Trabajo de la Cárcel de Alhaurín de la Torre (málaga)

Mientras que muchos jóvenes aprovechan este tiempo de vacaciones para descansar,  viajar y para ir a la playa, doce jóvenes han optado por algo distinto. Ellos procedentes de Valdepeñas, Granada, Málaga y Santander se dieron cita el pasado 13 de Julio en la Casa de Acogida de Prolibertas en Antequera para participar del Campo de Trabajo “Liberación 2008”.

Una experiencia desde el compromiso con los presos y emigrantes

 

El campo de trabajo organizado por la pastoral  juvenil trinitaria, la fundación Pro libertas y la pastoral trinitaria penitenciaria de Málaga, estaba dirigido a jóvenes que a partir de 18 años desearan buscar una experiencia de profundización en su fe desde el compromiso por los presos, los inmigrantes y el conocimiento de la Familia Trinitaria.

 

El lunes 14 después de conocerse los participantes a través de distintas dinámicas, Miguel Chamorro, voluntario de Prolibertas compartió con los jóvenes su experiencia de más de 15 años de trabajo con los presos. El invitó a quitar los miedos y prejuicios que tenemos de la cárcel. Insistió en que “en la prisión vamos a encontrarnos cara a cara con personas que pese a sus errores y equivocaciones, tienen ilusiones y deseos de cambiar y de gozar de la libertad”.

 

Por otra parte, Antonio Elverfeldt, director de la casa de emigrantes “Juan Gil” tuvo un  ameno coloquio sobre la realidad de cómo llegan hoy los emigrantes procedentes de distintos países a la casa de acogida. Señaló los programas que ofrece la fundación Prolibertas a los emigrantes.

 

Tras estas orientaciones, los doce jóvenes el martes 15 a las 10 de la mañana se encontraban en las puertas del Centro Penitenciario de Alahurin de la Torre. Para muchos de ellos era la primera vez que iban a atravesar los muros de una prisión. Ellos mismos nos cuentan que aquel primer día se encontraban con un poco de miedo y se preguntaban: “¿Con quien nos vamos a encontrar ahí dentro?”. Después de pasar el control y las distintas puertas al fin se encontraron cara a cara con los presos en los distintos módulos. Los miedos y prejuicios  enseguida se borraron al encontrar la buena acogida que los internos les brindaron. 

Jóvenes que han conocido la verdadera realidad de la cárcel

 

Del martes 15 al viernes 19 por la mañana los jóvenes a través de distintas dinámicas, películas, trabajos en equipo y diálogos personales, conocieron la realidad de la cárcel. Los mismos internos dedicaron emotivos poemas a estos jóvenes por acordarse de ellos.

 

“Cuando estamos en la calle decimos que nos gusta la libertad y lo vemos como una chaladura pero cuando te ves aquí dentro en la prisión, todo lo ves como una amargura”.

 

“En la posada del fracaso donde no hay escaleras ni ascensor, el desamparo y la maldad comparten colchón y los niños piden juguetes, los presos la libertad y yo te pido a ti que no nos vayas a olvidar"

 

Los presos olvidaron sus penas y condenas. Conocieron a jóvenes llenos de ilusión y vida. Muchos de ellos recordaron aquellos años jóvenes en donde todo para ellos era inocencia, ilusión, amor y amistad. Un de ellos nos escribía este poema que a todos nos hizo llorar de emoción.

¡No me dejéis de escribir! (Un interno)

 

“Entre estas cuatro paredes todo es tristeza y dolor. Sólo espero vuestras cartas para sentirme mejor porque vuestras letras me dan vida y vuestras cartas el vivir. Si queréis que siga viviendo, no me dejéis de escribir”.

 

Las tardes en la casa de acogida se dedicaban a compartir las experiencias que los distintos jóvenes habían tenido en la cárcel. Estas experiencias fueron acompañadas por charlas teóricas compartidas sobre la cárcel y sus consecuencias y sobre la situación actual de la inmigración. Estas ponencias fueron presentadas por María Soriano y Soledad Muñoz.

 

Finalmente el P. Pedro Fernández Alejo, coordinador de la Pastoral Penitenciaria de Andalucía presentó a los jóvenes el camino de la Orden Trinitaria, su historia y sus proyectos de liberación.

 

Con una Celebración de la Palabra en la prisión presidida por el P. Sergio García se dio por clausurado este campo de trabajo en la cárcel. Al final los mismos internos agradecieron a los jóvenes por su visita y acompañamiento durante esta semana. Antes de hacernos la foto participamos de los cantos y bailes preparados por los mismos internos.

 

P. ÁNGEL GARCÍA RODRÍGUEZ

Capellán del Centro Penitenciario de Alahurin de la Torre .

(documento recogido de la página web de los PP. Trinitarios de España- Sur)

Cristo hecho por un preso de la Capilla de la Cárcel de Herrrera.

Cristo hecho por un preso de la Capilla de la Cárcel de Herrrera.

ORACIÓN DEL PRESO

Cristo, yo soy un preso. Solo tú sabes lo que cuesta rezar a un preso.

En nuestro ser más profundo explota a cada instante la rebelión.

Es difícil rezar, es difícil creer, cuando uno se siente abandonado por

la humanidad.

También para ti fue difícil rezar en la cruz, y gritaste tu angustia, tu

cólera, tu desilusión, tu amargura:

"¿Por qué me has abandonado?".

Quizá sea esta la única oración que podamos hacer.

Un "por qué", que en tus labios era distinto, porque tú eras inocente.

Nosotros no somos inocentes: no lo es ningún hombre de la tierra.

"El que esté sin pecado que tire la primera piedra';

Pero nuestro "por qué" es una petición de justicia, aunque pocos

quieran escucharnos y crean en nosotros como personas.

Jesús, tú también fuiste un preso, un torturado, un acusado y un

condenado. Tú, cuyo último escándalo, fue canonizar, sin milagros ni

procesos, a un ladrón condenado a muerte.

A Tí, Señor, víctima de todas las injusticias cometidas por la

justicia humana, dirigimos nuestro grito.

Acéptalo como oración. Perdona y olvida todo el mal que hemos

hecho. Aunque no todos los hombres nos perdonen y nos sigan marcando

en la sociedad como delincuentes.

Es terrible la marca que sella a los presidiarios. Señor: una marca

que ni siquiera respeta a los inocentes.

Porque aquí, entre nosotros, también hay inocentes. Pobres víctimas

de familias desestructuradas, de amores no recibidos, de abandonos en la

infancia, de incultura, de juventud marginada y excluida, de injustas

estructuras sociales,

Señor, no me gustaría perder mi dignidad humana por el hecho de

haber entrado en la cárcel.

No quiero renunciar a ser persona.

Quiero creer que tú, al menos, el más justo e inocente de los

condenados (fe la historia, serás capaz de comprender mis lágrimas y mi

rabia.

Tú solo eres mi último hilo de esperanza verdadera.

Perdona Señor, si detrás de estas rejas, miro furioso y con rabia a

una sociedad que me señala y me excluye.

Cristo, dame fe en la verdadera libertad, en esa libertad que está

dentro de nosotros y que nadie puede arrebatarnos.

Danos fe en nosotros mismos y en nuestra capacidad de

regenerar nuestra vida según el modelo que nos ofreces en tu

evangelio.

Madre Santísima de la MERCED, ruega por nosotros sedientos de

libertad, rompe las cadenas que nos esclavizan y anulan como personas.

Vela y protege a nuestras familias.

Extiende tu manto maternal sobre esta prisión, para que, entre

todos, consigamos humanizar y dignificar nuestras vidas.

Foto de la Capilla de la Cárcel de Herrera de la Mancha.

Foto de la Capilla de la Cárcel de Herrera de la Mancha.

EL PADRE QUE SIEMPRE ESPERA

Hoy me encuentro entre rejas y muros, porque he pecado.

Sé que esto es una prueba en la que puedo ver mis verdaderos

sentimientos hacia Ti.

Hay momentos en que me siento vacía, que me falta la esperanza y a

fe.

Siento entonces que me has abandonado.

También hay momentos en que me siento que soy yo quien se

alejado se Ti.

Pero Tú nunca me guardas rencor porque me tienes siempre en tu

corazón.

Tú eres el Padre que siempre nos está esperando.

Sé que siempre estás a mi lado para guiarme en mi camino.

Hay veces que ese camino tiene mucha dificultad.

Pero Tú, Padre, siempre estás, y nunca me fallas.

Me das la oportunidad de volver a Ti y unirme contigo,

siempre estás esperando que yo te abra para que puedas entrar en mi

corazón.

Tú me estás esperando para darme todas las fuerzas que necesite.

Tú esperas que yo pueda enfrentar mis dudas y estás ahí para

iluminar mi camino.

En esta Semana Santa siento todo el dolor que tuviste que sufrir.

Con ello borraste nuestros pecados; son días muy tristes y dolorosos.

Tuviste que morir crucificado, pero tu Cruz fue por Amor.

Hoy tengo una cruz que llevar, y también es una cruz de amor.

No es la cruz de estas rejas y muros, sino la cruz que lleva mi

familia.

Ellos están sufriendo por mí. Ellos son inocentes, pero me quieren.

Por eso están cargando con la Cruz mía y esto es lo que más me

duele.

Yo nunca pierdo la esperanza, pues soy fuerte.

Quiero enfrentar todas las consecuencias que me esperan.

Tengo que pasar por esto, pero sé que siempre hay una nueva

oportunidad.

Espero realizar una nueva vida con mi familia.

Oración por los presos y por nosotros.

Oración por los presos y por nosotros.

Señor Jesús, Tú siempre te mostraste amigo de los pequeños, de los pobres y de los excluidos: hasta el punto de querer pasar por la experiencia del preso: fuiste denunciado, detenido y apresado en la oscuridad de la noche, conducido a la cárcel y sometido a interrogatorios, insultos, burlas, malos tratos y torturas, juzgado sin las debidas garantías, condenado y ejecutado (como muchos a lo largo de la historia y también hoy).


Tu amor te llevó a identificarte con ellos y a permanecer presente en ellos: estuve en la cárcel y viniste a verme. Ante este gesto tan desconcertante nos atrevemos a pedirte por las presas y presos de hoy para que:


• No piensen que porque la sociedad los condena, Tú los rechazas.
• No renuncien ni un solo momento a su dignidad de personas e hijos de Dios.
• No pierdan nunca su libertad interior.
• No se desesperen ni caigan en depresión.
• No renuncien a esforzarse contra todo tipo de opresión, represión e injusticia.
• Se afanen en cambiar de conducta.
• Hagan por su vida y por su reinserción.
• No abandonen a sus familias y amigos, ni sean abandonados por ellos.
• Su situación los acerque más a Ti y sean cosalvadores del mundo.

También queremos pedirte por nosotros, la sociedad y la Iglesia para que:

• No rechacen a las presas y presos por el hecho de serlo.
• Les respetemos como personas que son.
• Te veamos y sirvamos a Ti en ellos.
• Los acojamos con cariño y comprensión cuando recobren la libertad.
• Les acompañemos y ayudemos a reinsertarse.
• Nuestro amor, en definitiva, les ayude a descubrir que Tú les quieres.

Te lo pedimos por María, tu Madre y nuestra Madre. Amén.  

Noticias Trinitarias de pastoral penitenciaria

Noticias Trinitarias de pastoral penitenciaria

PASTORAL PENITENCIARIA TRINITARIA

Encuentro con Dios en la Cárcel

Encuentro con Dios en la Cárcel

Raúl Oreste: El encuentro con Dios en la cárcel

>> La prisión puede ser un lugar frío e inhumano, pero también una prodigiosa escuela de oración, tal vez solo superable por la guerra o la pobreza extrema. Sí, realmente hay que reconocer que Dios se vuelca con ese tipo de ambientes, quizá porque allí está la gente que más necesita de su gracia: los ciegos, cojos y endemoniados del siglo XXI. Uno de los últimos casos de conversión entre rejas es el de Raúl Oreste, banquero de origen argentino condenado a nueve años de reclusión que, tras recibir periódicamente las visitas de un grupo de solidarios cristianos, ha decidido cambiar radicalmente su vida y orientarla cara a Dios. Sumido en un mar de soledad y sufrimiento después de que se dictara la condena y de que su mujer le abandonara, Raúl se replanteó toda su existencia. Ese ambiente tranquilo y silencioso, tan diferente del que nos encontramos a diario en la calle, le ayudó a preguntarse por las cosas verdaderamente importantes de la vida. Finalmente descubrió que todas las respuestas le llevaban a Dios, el único que había estado siempre a su lado durante ese camino de dolor.

«Si pudiera volver atrás y me dieran a elegir entre estar o no preso, no lo dudaría, porque aquí encontré a Cristo», afirma Raúl Oreste, ex banquero argentino condenado a 9 años de prisión por un delito contra la salud pública.

Primero estuvo en Soto del Real y ahora en Aranjuez (España). Las rejas lo limitaron físicamente, pero encontró en su corazón la libertad de los Hijos de Dios.

Los «culpables» han sido un grupo de carismáticos que visitan las cárceles llevando la alabanza y la alegría de Dios vivo y resucitado.

Raúl oyó el canto «Cristo rompe las cadenas y nos da la libertad», y decidió entrar atraído por aquella música que lo interpelaba.

«Estaban cantando, te invitaban a dar el testimonio, comencé a hablar, a pedir perdón, reconocí mis errores y en ese instante sentí el Espíritu Santo», señala Raúl, conmovido aún por el recuerdo de aquél momento.

«Ahora el Evangelio es mi hermano y la Palabra de Cristo resuena fuerte en mi Corazón. Doy palabras de aliento, evangelizo a mis compañeros de celda, atiendo a sus dudas sobre la fe», indica efusivamente.

Un día se encontró con el arzobispo de Madrid, el cardenal Antonio María Rouco Varela, cuando este celebró una Eucaristía en Soto del Real, y desde entonces mantienen una amistad por carta y personal cuando Raúl sale de permiso.

El argentino de cabello blanco mueve las manos intentando dar cauce a toda esa energía de quien se ha encontrado por la presencia del Resucitado: «Cristo me ilumina, pero esa luz no llega sola, me fue regalada del cielo, esa luz fue producto de los sufrimientos, llantos, desencuentros, peleas de patio, no poder comunicarme con mi interior», manifiesta con énfasis, «hasta que un día, como cabalgando en mis lágrimas, vi a Cristo, lo sentí, percibí su misericordia y vino, y no vi al Dios de la barba blanca ni ángeles con alas, ni escuché la voz de trueno. Simplemente, en un grito desesperado y en las cataratas de lágrimas, estaba el Señor, el Padre de amor, y ahí encontré un segundo nacimiento. Como un niño que va al encuentro de su madre abrí las puertas de mi alma».

Hoy Raúl es feliz, pero la plenitud que hoy llena su ser fue precedida por una etapa de tinieblas después de que un cáncer arrebatara de su lado a su esposa.

Comenzó una vida de libertinaje. «No pude asumir la pérdida de mi amor profundo. Iba en busca de amor y encontraba tormento», cuenta.

Una vez en España la policía lo detuvo en un hotel de Madrid cuando estaba de tránsito hacia Formentera, donde poseía un café-concert, una inmobiliaria y una galería de arte.

«No importa si era culpable o inocente, ése fue el comienzo del pandemónium que llaman cárcel», explica. Lo condenaron por 9 años de los cuales ha cumplido ya 4.

Pero ahora se plantea dar un salto más en su fe: seguir a Dios a través de la vida sacerdotal. «Si accedo al sacerdocio estaré logrando ayudar al prójimo. Lo que más quiero es pastorear, estoy intensificando mis estudios de Teología», asegura.

Sobre el giro que dio su vida, añade que «los caminos de Dios son inescrutables y marcan la vida del hombre; si uno logra transitarlos encuentra hasta el mismísimo amor».

Raúl Oreste es también un escritor prolífico de poesías, cuentos y hasta de un libro que está por publicar con su testimonio de conversión. También participa activamente en la revista «El límite», que los propios presos elaboran gracias a que cuentan con ordenador, impresora y el material necesario.

«El preso no está totalmente perdido, puede recuperarse», señala reflexivo. «Lo que le pediría a los grupos de la Iglesia que visitan las cárceles y a las Organizaciones No Gubernamentales es que podrían hacer más por los presos, especialmente paliar la soledad que se encuentran cuando salen. Dejas la última puerta y estás sólo, no tienes a nadie», se lamenta.

«No hace falta decir que hay que desarrollar instrumentos para incorporar laboralmente a los presos y así no tengan que deliquir», declara.

Raúl pide a todos los cristianos oración por los presos y recuerda que del 4 al 11 de mayo es la Semana Internacional de Oración por los Presos que este año tiene como lema «Kyrie Eleison: Señor, ten misericordia de nosotros», en la que también se ora por las víctimas, los funcionarios de las prisiones y por los familiares de los presos.

Lev Tolstoi solía decir que en prisión la persona se ve precipitada al abismo del pecado y del envilecimiento. Sin embargo Fedor Dostoiewsky afirmaba, tras su reclusión en Siberia, que en la cárcel también se puede llevar una vida digna. El caso de Raúl Oreste no es ni mucho menos extraño, al contrario, suele darse con bastante frecuencia. También la vida del lírico francés P. Verlaine dio un vuelco durante su época de recluso. Y qué decir del snob inglés O. Wilde, abanderado de la sexualidad en su tiempo y convertido después de mirar a un crucifijo que colgaba de la pared de su celda. Ciertamente Dios está allí donde más se le necesita, aprovechando esa necesidad para actuar en los corazones. Sin duda el común denominador de todas las vidas expuestas anteriormente es la soledad. Esta lleva al ser humano a enfrentarse cara a cara con las preguntas fundamentales; ésas que nunca nos planteamos en los momentos de éxito profesional, cuando todos requieren de nosotros un rato de atención y realmente te crees útil e imprescindible. El día en que todo eso termina surge el precipicio, te sientes inválido e intuyes -al igual que Raúl, Oscar, Fiedor...- que solo te puedes aferrar a Dios. Eso mismo debía suceder en el corazón de la incansable revolucionaria Rosa Luxemburgo al confesar que en ocasiones, sin saber muy bien por qué, necesitaba cantar el “Ave Maria” de Gounod.

Tomado de:
Carlos González, PUP, 13.V.03
Zenit, ZS03051108

Conclusión Enfermos mentales y prisión.

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Consulta de datos Estadísticos de las Instituciones penitenciarias en España

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