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BLOG DEL LAICADO TRINITARIO DE VALDEPEÑAS

Espiritualidad

¿Cómo vivían los primeros cristianos la cuaresma?

¿Cómo vivían los primeros cristianos la cuaresma?

La celebración de la Pascua del Señor, constituye, sin duda, la fiesta primordial del año litúrgico. De aquí que, cuando en el siglo II, la Iglesia comenzó a celebrar anualmente el misterio pascual de Cristo, advirtió la necesidad de una preparación adecuada, por medio de la oración y del ayuno, según el modo prescrito por el Señor. Surgió así la piadosa costumbre del ayuno infrapascual del viernes y sábado santos, como preparación al Domingo de Resurrección.

Los primeros pasos

aso a paso, mediante un proceso de sedimentación, esteperíodo de preparación pascual fue consolidándosehasta llegar a constituir la realidad litúrgica que hoy conocemos como Tiempo de Cuaresma. Influyeron también, sin duda, las exigencias del catecumenado y la disciplina penitencial para la reconciliación de los penitentes.

La primitiva celebración de la Pascua del Señor conoció la praxis de un ayuno preparatorio el viernes y sábado previos a dicha conmemoración.

A esta práctica podría aludir la Traditio Apostolica,documento de comienzos del siglo III, cuando exige que los candidatos al bautismo ayunen el viernes y transcurran la noche del sábado en vela. Por otra parte, en el siglo III, la Iglesia de Alejandría, de hondas y mutuas relaciones con la sede romana, vivía una semana de ayuno previo a las fiestas pascuales.

 

EN EL SIGLO IV SE CONSOLIDA LA ESTRUCTURA CUARESMAL DE CUARENTA DÍAS

De todos modos, como en otros ámbitos de la vida de la Iglesia, habrá que esperar hasta el siglo IV para encontrar los primeros atisbos de una estructura orgánica de este tiempo litúrgico. Sin embargo, mientras en esta época aparece ya consolidada en casi todas las Iglesias la institución de la cuaresma de cuarenta días, el período de preparación pascual se circunscribía en  Roma a tres semanas de ayuno diario, excepto sábados y domingos. Este ayuno prepascual de tres semanas se mantuvo poco tiempo en vigor, pues a finales del siglo IV, la Urbe conocía ya la estructura cuaresmal de cuarenta días.

El período cuaresmal de seis semanas de duración nació probablemente vinculado a la práctica penitencial: los penitentes comenzaban su preparación más intensa el sexto domingo antes de Pascua y vivían un ayuno prolongado hasta el día de la reconciliación, que acaecía durante la asamblea eucarística del Jueves Santo. Como este período de penitencia duraba cuarenta días, recibió el nombre deQuadragesima o cuaresma.

Durante el primer estadio de organización cuaresmal se celebraban tan sólo las reuniones eucarísticas dominicales, si bien entre semana existían asambleas no eucarísticas: los miércoles y viernes.

Pero a finales del siglo VI las reuniones del lunes, miércoles y viernes celebraban ya la eucaristía. Más tarde, se añadieron nuevas asambleas eucarísticas los martes y sábados. Por último, el proceso se cerró bajo el pontificado de Gregorio II (715-731), con la asignación de un formulario eucarístico para los jueves de cuaresma.

 ¿Por qué la ceniza?

Hacia finales del siglo V, el miércoles y viernes previos al primer domingo de cuaresma comenzaron a celebrarse cómo si formaran parte del período penitencial, probablemente como medio de compensar los domingos y días en los que se rompía el ayuno.

Dicho miércoles, los penitentes por la imposición de la ceniza, ingresaban en el orden que regulaba la penitencia canónica.

Cuando la institución penitencial desapareció, el rito se extendió a toda la comunidad cristiana: este es el origen delMiércoles de Ceniza o «Feria IV anerum».

El proceso de alargamiento del período penitencial continuó de forma irremediable. Esta anticipación del ayuno cuaresmalno es una práctica exclusivamente romana: se encuentra también en Oriente, y en diversas regiones de Occidente.

Probablemente se trata de una praxis originada en la ascesis monástica y más tarde propagada entre la comunidad cristiana, aunque resulte difícil conocer sus características.

 ¿Por qué cuarenta días?

El significado teológico de la Cuaresma es muy rico. Su estructura de cuarentena conlleva un enfoque doctrinal peculiar.

En efecto, cuando el ayuno se limitaba a dos días —o una semana a lo sumo—, esta praxis litúrgica podía justificarse simplemente por la tristeza de la Iglesia ante la ausencia del Esposo, o por el cli ma de ansiosa espera; mientras que el ayuno cuares mal supone desde el principio unas connotaciones propias, impuestas por el significado simbólico del número cuarenta.

En primer lugar, no debe pasarse por alto que toda la tradición occidental inicia la Cuaresma con la lectura del evangelio de las tentaciones de Jesús en el desierto: el período cuaresmal constituye, pues, una experiencia de desierto, que al igual que en el caso del Señor, se prolonga durante cuarenta días.

En la Cuaresma, la Iglesia vive un combate espiritual intenso, como tiempo de ayuno y de prueba. Así lo manifiestan también los cuarenta años de peregrinación del pueblo de Israel por el Sinaí.

Otros simbolismos enriquecen el número cuarenta, como se advierte en el Antiguo y Nuevo Testamento. Así, la cuarentena evoca la idea de preparación: cuarenta días de Moisés y Elías previos al encuentro de Yahveh;cuarenta días empleados por Jonás para alcanzar la penitencia y el perdóncuarenta días de ayuno de Jesús antes del comienzo de su ministerio público. La Cuaresma es un período de preparación para la celebración de las solemnidades pascuales: iniciación cristiana y reconciliación de los penitentes.

Por último, la tradición cristiana ha interpretado también el número cuarenta como expresión del tiempo de la vida presente, anticipo del mundo futuro. El Concilio Vaticano II(cfr. SC 109) ha señalado que la Cuaresma posee una doble dimensión, bautismal y penitencial, y ha subrayado su carácter de tiempo de preparación para la Pascua en un clima de atenta escucha a la Palabra de Dios y oración incesante.

El período cuaresmal concluye la mañana del Jueves Santo con la Misa crismal —Missa Chrismalis— que el obispo concelebra con sus presbíteros. Esta Misa manifiesta la comunión del obispo y sus presbíteros en el único e idéntico sacerdocio y ministerio de Cristo. Durante la celebración se bendicen, además, los santos óleos y se consagra el crisma.

El tiempo de Cuaresma se extiende desde el miércoles de Ceniza hasta la Misa de la cena del Señor exclusive. El miércoles de Ceniza es día de ayuno y abstinencia; los viernes de Cuaresma se observa la abstinencia de carne. El Viernes Santo también se viven el ayuno y la abstinencia.


video del adviento-

video del adviento-

 

 

video para reflexionar el adviento.

 

Adviento, tiempo de espera y cambio interior.

Adviento, tiempo de espera y cambio interior.

Adviento: Latin ad-venio, llegar.

Conforme al uso actual [1910], el Adviento es un tiempo litúrgico que comienza en el Domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de Noviembre) y abarca cuatro Domingos. El primer Domingo puede adelantarse hasta el 27 de Noviembre, y entonces el Adviento tiene veintiocho días, o retrasarse hasta el 3 de Diciembre, teniendo solo veintiún días.

Con el Adviento comienza el año eclesiástico en las Iglesias occidentales. Durante este tiempo los creyentes son exhortados

  • a prepararse dignamente a celebrar el aniversario de la venida del Señor al mundo como la encarnación del Dios de amor,
  • de manera que sus almas sean moradas adecuadas al Redentor que viene a través de la Sagrada Comunión y de la gracia, y
  • en consecuencia estén preparadas para su venida final como juez, en la muerte y en el fin del mundo.

Simbolismo

La Iglesia prepara la Liturgia en este tiempo para lograr este fin. En la oración oficial, el Breviario, en el Invitatorio de Maitines, llama a sus ministros a adorar “al Rey que viene, al Señor que se acerca”, “al Señor que está cerca”, ” al que mañana contemplaréis su gloria”. Como Primera Lectura del Oficio de Lectura introduce capítulos del profeta Isaías, que hablan en términos hirientes de la ingratitud de la casa de Israel, el hijo escogido que ha abandonado y olvidado a su Padre; que anuncian al Varón de Dolores herido por los pecados de su pueblo; que describen fielmente la pasión y muerte del Redentor que viene y su gloria final; que anuncian la congregación de los Gentiles en torno al Monte Santo. La Segunda Lectura del Oficio de Lectura en tres Domingos están tomadas de la octava homilía del Papa San León (440-461) sobre el ayuno y la limosna como preparación para la venida del Señor, y en uno de los Domingos (el segundo) del comentario de San Jerónimo sobre Isaías 11:1, cuyo texto él interpreta referido a Santa María Virgen como “el renuevo del tronco de Jesé”. En los himnos del tiempo encontramos alabanzas a la venida de Cristo como Redentor, el Creador del universo, combinados con súplicas al juez del mundo que viene para protegernos del enemigo. Similares ideas son expresadas los últimos siete días anteriores a la Vigilia de Navidad en las antífonas del Magnificat . En ellas, la Iglesia pide a la Sabiduría Divina que nos muestre el camino de la salvación; a la Llave de David que nos libre de la cautividad; al Sol que nace de lo alto que venga a iluminar nuestras tinieblas y sombras de muerte, etc. En las Misas es mostrada la intención de la Iglesia en la elección de las Epístolas y Evangelios. En las Epístolas se exhorta al creyente para que, dada la cercanía del Redentor , deje las actividades de las tinieblas y se pertreche con las armas de la luz; que se conduzca como en pleno día, con dignidad, y vestido del Señor Jesucristo; muestra como las naciones son llamadas a alabar el nombre del Señor; invita a estar alegres en la cercanía del Señor, de manera que la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodie los corazones y pensamientos en Cristo Jesús; exhorta a no juzgar, a dejar que venga el Señor, que manifestará los secretos escondidos en los corazones. En los Evangelios la Iglesia habla del Señor que viene en su gloria; de Aquel en el que, y a través del que, las profecías son cumplidas; del Guía Eterno en medio de los Judíos; de la voz en el desierto, “Preparad el camino del Señor”. La Iglesia en su Liturgia nos devuelve en espíritu al tiempo anterior a la encarnación del Hijo de Dios, como si aún no hubiera tenido lugar. El Cardinal Wiseman ha dicho:

Estamos no sólo exhortados a sacar provecho del bendito acontecimiento, sino a suspirar diariamente como nuestros antiguos Padres, “Cielos, destilad el rocío; nubes, derramad al Justo: ábrase la tierra y brote la salvación.” Las Colectas en tres de los cuatro Domingos de este tiempo empiezan con las palabras, “Señor, muestra tu poder y ven” – como si el temor a nuestras iniquidades previniera su nacimiento.

Duración y Ritual

Todos los días de Adviento debe celebrarse el Oficio y Misa del Domingo o Feria correspondiente, o al menos debe ser hecha una Conmemoración de los mismos, independientemente del grado de la fiesta celebrada. En el Oficio Divino el Te Deum, jubiloso himno de alabanza y acción de gracias, se omite; en la Misa el Gloria in excelsis no se dice. El Alleluia, sin embargo, se mantiene. Durante este tiempo no puede hacerse la solemnización del matrimonio (Misa y Bendición Nupcial); incluyendo en la prohibición la fiesta de la Epifanía. El celebrante y los ministros consagrados usan vestiduras violeta. El diácono y subdiácono en la Misa, en lugar de las dalmáticas usadas normalmente, llevan casullas plegadas. El subdiácono se la quita durante la lectura de la Epístola, y el diácono la cambia por otra, o por una estola más ancha, puesta sobre el hombro izquierdo entre el canto del Evangelio y la Comunión. Se hace una excepción en el tercer Domingo (Domingo Gaudete), en el que las vestiduras pueden ser rosa, o de un violeta enriquecido; los ministros consagrados pueden en este Domingo vestir dalmáticas, que también pueden ser usadas en la Vigilia de la Navidad, aunque fuera en el cuarto Domingo de Adviento. El Papa Inocencio III (1198-1216) estableció el negro como el color a ser usado durante el Adviento, pero el violeta ya estaba en uso al final del siglo trece. Binterim dice que había también una ley por la que las pinturas debían ser cubiertas durante el Adviento. Las flores y las reliquias de Santos no debían colocarse sobre los altares durante el Oficio y las Misas de este tiempo, excepto en el tercer Domingo; y la misma prohibición y excepción existía relacionada con el uso del órgano. La idea popular de que las cuatro semanas de Adviento simbolizan los cuatro mil años de tinieblas en las que el mundo estaba envuelto antes de la venida de Cristo no encuentra confirmación en la Liturgia.

Origen Histórico

No se puede determinar con exactitud cuando fue por primera vez introducida en la Iglesia la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final del siglo cuarto cuando, de acuerdo con Duchesne [Christian Worship (London, 1904), 260], era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6 de Enero. De tal preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo cuarto canon prescribe que desde el diecisiete de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie debiera permitirse la ausencia de la iglesia. Tenemos dos homilías de San Máximo, Obispo de Turín (415-466), intituladas “In Adventu Domini”, pero no hacen referencia a ningún tiempo especial. El título puede ser la adición de un copista. Existen algunas homilías, probablemente la mayor parte de San Cesáreo, Obispo de Arlés (502-542), en las que encontramos mención de una preparación antes de la Navidad; todavía, a juzgar por el contexto, no parece que exista ninguna ley general sobre la materia. Un sínodo desarrollado (581) en Mâcon, en la Galia, en su canon noveno ordena que desde el once de Noviembre hasta la Navidad el Sacrificio sea ofrecido de acuerdo al rito Cuaresmal los Lunes, Miércoles, y Viernes de la semana. El Sacramentario Gelasiano anota cinco domingos para el tiempo; estos cinco eran reducidos a cuatro por el Papa San Gregorio VII (1073-85). La colección de homilías de San Gregorio el Grande (590-604) empieza con un sermón para el segundo Domingo de Adviento. En el 650 el Adviento era celebrado en España con cinco Domingos. Varios sínodos hicieron cánones sobre los ayunos a observar durante este tiempo, algunos empezaban el once de Noviembre, otros el quince, y otros con el equinoccio de otoño. Otros sínodos prohibían la celebración del matrimonio. En la Iglesia Griega no encontramos documentos sobre la observancia del Adviento hasta el siglo octavo. San Teodoro el Estudita (m. 826), que habló de las fiestas y ayunos celebrados comúnmente por los Griegos, no hace mención de este tiempo. En el siglo octavo encontramos que, desde el 15 Noviembre a la Navidad, es observado no como una celebración litúrgica, sino como un tiempo de ayuno y abstinencia que, de acuerdo a Goar, fue posteriormente reducido a siete días. Pero un concilio de los Rutenianos (1720) ordenaba el ayuno de acuerdo a la vieja regla desde el quince de Noviembre. Esta es la regla al menos para algunos de los Griegos. De manera similar, los ritos Ambrosiano y Mozárabe no tienen liturgia especial para el Adviento, sino sólo el ayuno.

PISTAS PARA REZAR EN NAVIDAD, CONTEMPLAR LAS ESCENAS NAVIDEÑAS.

PISTAS PARA REZAR EN NAVIDAD, CONTEMPLAR LAS ESCENAS NAVIDEÑAS.

Normalmente en estas fechas se multiplican las escenas navideñas. En los escaparates, en las iglesias, en tarjetas de felicitación, se acumulan imágenes diversas de la Virgen y San José, el niño, la estrella, los magos, pastores, el pesebre, un portal de piedra... Los villancicos lo describen con música y palabras, a veces ingenuas, siempre inocentes.

Pues bien, aprovecha tantos recordatorios para rezar. Para ello, te sugerimos que en algún momento te pares a pensar en lo que celebramos:

1) Busca algún espacio tranquilo, y un rato sólo para ti.


2) Pide a Dios que te ilumine

Toma una Biblia contigo
3) Lee los relatos navideños despacio, dejando que la escena te cale por completo. (Lc 2, 1-20), (Mt 1,18- 2,17) Intenta imaginar los sentimientos de los personajes, sin edulcorarlos:

a. María, la mezcla de expectativa y miedo, ilusión y temor, confianza e incertidumbre, de quien ha dicho "Hágase" a algo tan difícil
b. José, el hombre confundido pero confiado, asustado pero valiente...
c. Los pastores, la gente de los márgenes, contemplando algo sorprendente
d. Los magos: la figura del sabio que busca en los caminos
e. Contempla al niño: ¿Cómo puede Dios nacer así? En una noche fría, en un portal maloliente, en vez de cuna un pesebre, y como calor los animales...
f. El conflicto que desde el principio genera Jesús (la matanza de los inocentes, la persecución, la huida a Egipto...)

4) Deja que esas imágenes resuenen en ti, y te hagan pensar en tu propia vida. ¿Hay en ella incertidumbre? ¿Riesgo? ¿Valor? ¿Compromiso? ¿Conflicto? ¿Una misión? ¿Reconocimiento de Dios en lo escondido? ¿Búsquedas?


5) Pídele a Dios, u ofrécele, aquello que te parezca importante.


6) Termina tu oración

Repite esta oración cuantas veces creas que te puede ayudar. Y en la vida cotidiana, cuando en estos días, veas esas imágenes y estampas navideñas, recuerda esta oración y vuelve a ofrecerle a Dios aquello que quieres.

La oración repetitiva

Toma alguna palabra o frase que tenga algún sentido navideño y que sientas que refleja tus sentimientos en estos tiempos, y repítela cuando te acuerdes, cuando pasees, cuando estés de compras, o en el autobús, o tranquilamente sentado o sentada. Frases como: "Hágase en mi tu voluntad", o "Gloria a Dios en el cielo", o "Paz en la tierra a quienes ama el Señor", o "Dichosos los pies del mensajero que anuncia la paz", o "El Verbo se hizo carne y acampó entre nosotros". Deja que esas palabras te acompañen a lo largo de estos días, pensando cómo se hacen realidad hoy y aquí.


Tomemos un momento para Orar en Verano: "Huele a Verano".

Tomemos un momento para Orar en Verano: "Huele a Verano".

Estas últimas semanas de curso es lo que tienen… Caras largas y ojeras para los estudiantes. Insomnio. Ir rematando actividades en muchísimas áreas de la vida cotidiana. Publicidad playera. Canciones simples y pegadizas, tipo “tengo la camisa negra, com´on com´on com´on baby te digo con disimulo”. Ganas locas de acabar. Una pregunta en todos los labios: “¿ya sabes qué vas a hacer este verano?” Calor. Mucho calor.

En algún momento caerá el primer chapuzón, si tienes suerte en la playa, si no en una piscina, y en el peor de los casos a manguerazos (aunque este año la sequía no va a dejar mucho margen al gasto de agua). Se cierne sobre muchos la inquietante sombra de si en julio y agosto habrá que estudiar mucho o poco; y en ese adverbio nada más radica la posibilidad de hacer o no hacer todo lo que uno querría…

Huele a verano, a descanso, a cambio, a oportunidades… Y no hay duda de que el verano es un tiempo especial.

Tiempo para el Cambio

“Todo tiene su momento, y cada cosa su tiempo bajo el cielo”. (Qo 3,1).

Vacaciones. ¡Qué bonita palabra! Qué suerte para quienes podemos disfrutarlas. Un derecho humano (lástima que, como tantos otros, siga siendo algo que para demasiada gente en nuestro mundo es una utopía). Vacaciones es tiempo para cambiar las rutinas. Incluso en muchos casos los horarios de trabajo se suavizan.


Es tiempo para hacer otras cosas. Un viaje, que sea tiempo de calidad compartido con tus gentes; un campo de trabajo en el que puedas dedicar tu tiempo a aquellos para quienes nunca lo tienes; unas semanas empapándote de novelas; más espacio para lo importante: escribir a tus amigos, hablar con tu familia…

Explorar otras posibilidades. Es bueno salir por un tiempo de la rutina. Disminuir la velocidad en vidas aceleradas. Mirar a lo lejos si los horizontes cotidianos son demasiado pequeños. Sonreír más. Y agradecer la oportunidad de hacer todo esto.

Y nos preguntamos: Tal vez es este un buen momento para mirar atrás.
Y también para mirar adelante.

Vacaciones, pero no de Dios.

“El Señor es mi pastor, nada me falta” (Sal 22).

Porque Dios no es una tarea más o una rutina propia de nuestro curso, como las clases, el trabajo o los estudios. No nos dan créditos por intentar dejar que el evangelio nos empape.

No es que desconectemos unos meses como cristianos ahora. Porque de Dios no se descansa, sino que, en todo caso, el evangelio es (también) espacio de reposo y de alegría.

La relación con Dios también tiene y requiere sus ritmos, y a veces nos exige y nos aprieta, mientras en otras nos abraza y nos sosiega. Este tiempo de verano puede ser una ocasión para buscarle de otro modo, para recordar que en nuestra vida está él con fuerza. Para escuchar más, o para pedir de un modo diferente. Para dejarnos acompañar un poco más. Para saber que no estamos solos.

Repite muy despacio: ¿Cómo va Dios en mi vida?, ¿Hay vaciones de Dios? Y reza:

EL DIOS DE LA FE

En medio de la sombra y de la herida
me preguntan si creo en Ti. Y digo:
que tengo todo, cuando estoy contigo,
el sol, la luz, la paz, el bien, la vida.

Sin Ti, el sol es luz descolorida.
Sin Ti, la paz es un cruel castigo.
Sin Ti, no hay bien ni corazón amigo.
Sin Ti, la vida es muerte repetida.

Contigo el sol es luz enamorada
y contigo la paz es paz florida.
Contigo el bien es casa reposada
y contigo la vida es sangre ardida.

Pues si me faltas Tú, no tengo nada:
ni sol, ni luz, ni paz, ni bien, ni vida.

José Luis Martín Descalzo

Tenlo presente y acuérdate de Dios Trinidad este verano.

Jose Vi.

 

LA IMAGEN DE JESÚS NAZARENO RESCATADO EN EL BARRIO VARSOVIANO DE SOLEC

LA IMAGEN DE JESÚS NAZARENO RESCATADO EN EL BARRIO VARSOVIANO DE SOLEC

Son pocos los actuales habitantes de Varsovia que aprecian el precioso tesoro que guarda la iglesia de la Santísima Trinidad de Solec. El templo, alejado un poco de las rutas turísticas de interés, es uno de los dos Santuarios de Nuestro Señor en la capital de Polonia: uno de ellos es la Catedral Metropolitana de San Juan Bautista, en el Casco Viejo, con su Crucifijo Milagroso en la Capilla de los Baryczka, y el otro es, precisamente, el de la iglesia de Solec, con la Imagen Milagrosa de Nuestro Señor, Jesús Nazareno, venerada en este lugar desde hace casi 300 años.

 

La presencia de la Imagen Milagrosa de Nuestro Señor Jesucristo en la iglesia de la Santísima Trinidad está relacionada con la llegada de la Orden de los Trinitarios de España, cuya misión era la de rescatar prisioneros del cautiverio (uno de los rescatados fue Miguel de Cervantes, el autor de El Quijote). El origen de la Imagen, colocada en el Altar Mayor de la iglesia en 1726, es también español, por las características de la escultura y, sobre todo, su tema: Jesús Nazareno Rescatado, relacionado directamente con la Imagen del Cristo de Medinaceli conservada en la madrileña iglesia de los Capuchinos.

 

Iconográficamente recuerda a las representaciones del tipo Ecce homo (Cristo con las manos atadas y corona de espinas). Pero no es aquí donde hay que buscar la génesis de la Imagen Milagrosa de Madrid. Resulta que la Imagen de Jesús Nazareno Rescatado, procedente de la segunda o tercera década del siglo XVII y hecha en madera por un escultor anónimo en un taller sevillano, (asociado muy frecuentemente con la obra de Francisco de Ocampo o, a veces, de Luis de Peña) primero representaba al Salvador con la cruz a cuestas, o sea, una clásica imagen española de las procesiones, llamada Jesús de la Pasión. La cruz que se encontraba antes a hombros de Jesús debió de perderse durante el secuestro de la imagen por los moriscos de Mámora (llamada también San Miguel de Ultramar), ciudad africana perteneciente a España y ocupada en 1681, adonde, según los documentos, fue llevada antes de 1667. La mutilación de la escultura pudo producirse también durante una posterior profanación en Mequinez donde la imagen, según cuenta la tradición, fue, al igual que las otras imágenes cristianas de culto, arrastrada por las calles de la ciudad.

 

Sólo una de las misiones de liberación de los Trinitarios Descalzos españoles, encabezada por Fez y Tetuán Miguel de Jesús María, Juan de la Visitación y Martín de la Resurrección organizó el rescate de la Imagen de Jesucristo junto con otras 16 imágenes (por supuesto, el objetivo principal era el de rescatar a la población cristiana cautiva). Desconocemos la cantidad que se pagó, sin embargo, existe una leyenda del siglo XVIII según la cual se iba a pagar un rescate en oro equivalente al peso de la escultura, pero al ponerla en uno de los platillos de la balanza, de manera milagrosa, resultó que bastó una sola moneda para rescatarla.

 

Todos los objetos recuperados fueron transportados vía Ceuta y Gibraltar a Madrid donde, después de tres días de ceremonias en agosto de 1682 en presencia del rey Carlos II, se colocó la imagen de Jesús Nazareno en la iglesia de la Orden de los Trinitarios. Allí, en la capital de España, goza, hasta el día de hoy, de un culto extraordinario que se ha difundido también por otros países de Europa.

 

La adoración a la imagen llegó también a Polonia adonde la Orden de los Trinitarios Descalzos fue invitada gracias a las gestiones de Juan Casimiro Denhoff, abad cisterciense de Mogila y legado polaco, que encabezaba una misión diplomática.

 

Los primeros Trinitarios que llegaron al Reino de Polonia fueron: el Padre Juan de San Antonio, el Padre Francisco de la Inmaculada Concepción de Nuestra Señora (ambos profesores de Filosofía y Teología y oriundos de Córdoba) y Fray Juan de San Francisco. Salieron de Madrid en noviembre de 1684 hacia Roma para que J. K. Denhoff, residente temporal en esa ciudad, les enseñara algunas costumbres polacas, y llegaron a Varsovia el 22 de mayo de 1685. Sin embargo, no pudieron fundar en seguida un convento en la capital. Primero les llevaron a la ciudad de Lvov, por la proximidad con la frontera turca que ofrecía mejores condiciones de realización de la misión de la Orden, estrictamente vinculada con el de rescate de esclavos. En la zona fronteriza de Polonia surgieron los primeros asentamientos de los Trinitarios y, al mismo tiempo, se difundió el culto a la Imagen de Jesús Nazareno; todos los conventos de los Trinitarios Descalzos procuraban tener en sus templos una reproducción de la Imagen madrileña, después conocida como Milagrosa. Pronto aparecieron otras Imágenes Milagrosas en Lvov, Vilna, Beresteczko, después en Luck, Teofilow, Kamieniec Podolski, Orsza y Brahilow. Desafortunadamente gran parte de ellas no se conservan hoy, con excepción de la Imagen de Vilna que actualmente se encuentra en la iglesia de San Pedro y San Pablo en el barrio de Antokol (Vilna).

 

Tres años después de la fundación del primer asentamiento en Lvov, los Trinitarios regresaron a Varsovia. Durante los primeros cinco años su templo en la capital fue una pequeña iglesia en la calle Zakroczymska, derrumbada en 1832 por los constructores de la Ciudadela, y finalmente se instalaron en Solec, a orillas del Vístula, por influencia del voivoda de Czernichowskie, Otto Ferdynand Felkerzamb, y con la protección de María Casimira, mujer del rey Juan III Sobieski.

 

La primera construcción de la iglesia en Solec fue interrumpida por una serie de circunstancias desfavorables: la muerte del patrocinador principal, el rey Juan III Sobieski, el estallido de la Guerra del Norte y los saqueos suecos de 1701 y 1702, la muerte del fundador de la iglesia, Otto Falkerzamb en 1705, y la epidemia de peste que afectó a Solec en 1708, en la que murieron todos los Trinitarios de Varsovia. Sus sucesores llegaron a la capital en 1712 pero los esfuerzos puestos en la construcción fueron interrumpidos de nuevo por otra adversidad, esta vez, la inundación que en 1713 anegó todo el barrio de Powiśle.

 

Gracias a la ayuda financiera del canciller Szembek, a los herederos de Otto Falkerzamb y al obispo de Kiev, Samuel Ożga, así como a la de un tal Maron (misterioso personaje representante del rey francés en la corte polaca) el Padre Jerónimo, prior del convento, pudo reiniciar en 1721 las obras del templo, que seguirían el modelo arquitectónico de la iglesia de la Santísima Trinidad, (situada en la calle Lope de Vega de Madrid) probablemente de la mano del arquitecto Tilman de Gameren. En 1726 el templo fue bendecido solemnemente por el obispo Samuel Ożga que fue al mismo tiempo fundador de la Imagen de Nuestro Señor Jesucristo, El Nazareno traída desde España e instalada en el Altar Mayor.

 

La Imagen de Solec es una de las réplicas más antiguas, más grandes y más bonitas de la Imagen madrileña: realista, con pelo natural, las manos llenas de expresión, preparada para ser vestida con un manto adornado dependiendo de la fiesta y el tiempo litúrgico (antiguamente en la parte trasera del altar se encontraba un cuarto especial donde se guardaban mantos de Nuestro Señor Jesucristo y antes de las fiestas se vestía a la Imagen solemnemente), hecha en madera, vestida con una túnica de cobre cubierta de plata, y con una corona de espinas clavada a la cabeza con piedras preciosas. Conforme a la tradición, adoptó también el título de Jesús Nazareno. El propio nombre no define plenamente el tipo iconográfico que representa, sólo la palabra Rescatado indica su originalidad e irrepetibilidad. Plásticamente esta diferencia está subrayada por un escapulario trinitario con una cruz azul y roja colgado del pecho de Jesús, que es el símbolo del rescate. Precisamente es su presencia la que diferencia esta visión de la clásica representación del Ecce Homo. En España han gozado de popularidad otros dos nombres de la Imagen Milagrosa: Cautivo y Cristo de Medinaceli. El primero estaba relacionado con la historia de la Imagen, el otro se difundió en el siglo XIX por el patrocinio de los duques de Medinaceli sobre el antiguo templo Trinitario donde se había colocado la Imagen Milagrosa.

 

No se tiene noticia de la totalidad de los acontecimientos y milagros que tuvieron lugar ante la Sagrada Imagen de la iglesia de Solec; tanto el inicio de la Insurrección de Noviembre de 1830, en el que se prendió fuego a una antigua cervecería situada enfrente de la iglesia, como las inundaciones, el paso de ejércitos y las devastaciones de la guerra, contribuyeron a que se borrara la memoria de gran parte de los testimonios de las gracias aquí recibidas.

 

Ya no existe en Varsovia la Orden de los Padres Trinitarios al haber sido disuelta por recurso de casación después de la Insurrección de Enero de 1863. La parroquia de Powisle (que anteriormente tuvo como patrona a Santa Bárbara y que es una de las parroquias más antiguas de la ciudad), fue trasladada a Ujazdów en 1594 a causa de una inundación, donde fue disuelta, en 1818, por el mismo procedimiento. En 1864 regresa a Solec por decisión de las autoridades de la Diócesis de Varsovia, y renace como parroquia de la Santísima Trinidad, recibiendo la iglesia y una parte de los edificios anejos.

 

A pesar de tantos cambios, lo más importante sigue permaneciendo y está arraigado en el fondo de los corazones de los hombres. Ante la Imagen de Jesús Nazareno los varsovianos han meditado durante siglos sobre el misterio de la Pasión del Hijo de Dios, aceptada voluntariamente, y han experimentado el convencimiento del camino de su cruz e incluso han presenciado milagros, hecho que testimonian los numerosos exvotos. Aún a principios del siglo XX se podía leer en la prensa sobre este lugar lo siguiente: “el pueblo piadoso reza fervorosamente con fe y esperanza, y recibe muchas gracias milagrosas”.

 

El 3 de octubre de 1893 fue bautizado aquí el que fuera alcalde de Varsovia, Stefan Starzyński, y el 3 de junio de 1942 se casó, también aquí, el poeta Krzysztof Kamil Baczyński.

 

La iglesia de la Santísima Trinidad quedó casi completamente destruida después de la Insurrección de 1944 y la liberación de Varsovia de la ocupación nazi. El culto a la Imagen de Jesús Nazareno compartió la suerte de toda Varsovia. No obstante, agradecemos a la protección de Dios la milagrosa salvación de la Imagen de Jesús, que durante la Insurrección de Varsovia fue sacada de la iglesia por los parroquianos y escondida para , ser encontrada en las ruinas algún tiempo después.

 

Actualmente, como desde hace siglos, a Madrid y Varsovia, la Providencia Divina dota con esta misma imagen de Jesús Nazareno que trae la liberación a todos.

 

Este hecho es, ante todo, un signo extraordinario ante la Europa que se está uniendo.

 

La iglesia de la Santísima Trinidad, rescatada de las ruinas, reconstruida y ampliada, es uno de los templos históricos más bellos de Varsovia; en los antiguos edificios conventuales, reconstruidos y ampliados también, se encuentra, además de la parroquia, el Museo de la Archidiócesis de Varsovia, que es depositario tanto de un tesoro de recuerdos históricos como de un tesoro de arte antiguo. El Museo, comprometido con la resistencia contra el totalitarismo comunista, se convirtió en un auténtico centro de arte independiente durante el tiempo de la ley marcial, y la principal galería de la capital, contando con una de las mayores colecciones de arte moderno de la década de los ochenta en Polonia. El Museo también acogió a la Escena Teatral Independiente, en la que se celebraron innumerables veladas teatrales y poético-musicales; son ya históricas algunas obras escritas y compuestas para esta escena.

 

Al mismo tiempo, la parroquia de la Santísima creó el Estudio Independiente de Cultura Cristiana, que agrupaba a eminentes intelectuales y donde se editaron unas cuantas publicaciones.

 

Un lugar emblemático de la historia más reciente, una verdadera forja de libertad creada bajo el manto protector de Jesús Nazareno: preso rescatado que nos conduce desde el cautiverio hasta la libertad.

 

Entre las 201 víctimas mortales del atentado terrorista de la estación de Atocha de Madrid, el 14 de marzo de 2004, había cuatro ciudadanos polacos.

 

Esta comunidad parroquial envió a España, en un acto espontáneo de solidaridad, un libro conmemorativo con las firmas de cientos de parroquianos, y con fotografías del Vía Crucis por las víctimas, que recorrió las calles del barrio de Powisle.

 

La historia se repite. Siglos después regresamos al punto de partida: al propósito que trajo a los misioneros trinitarios españoles al barrio de Powisle de Varsovia; a la conciencia del carácter católico de la Santa Madre Iglesia y de la unidad en Cristo de los pueblos cristianos de Europa.

 

En el año de la entrada de Polonia en la Unión Europea deseamos recuperar nuestras tradiciones españolas y de libertad.

 

Desde el año 1999, la Imagen Milagrosa de Nuestro Señor Jesucristo se viste con un manto hecho a la manera del culto antiguo. Durante la Cuaresma de 2002 se organizó la primera peregrinación de una reproducción de la Imagen por las casas de los parroquianos. Todos los días se canta un himno; por la mañana se descubre la Imagen durante el canto y, por la noche, se la cubre. Los viernes, antes de la Misa vespertina, se celebra un oficio solemne a Nuestro Señor Jesucristo Misericordioso, durante el cual se leen súplicas y agradecimientos individuales. En el transcurso de la fiesta anual, que se organiza desde 2003 en el día de la Santísima Trinidad, la reproducción de la Imagen de Jesús Nazareno es llevada en procesión, para recordar a los habitantes de Varsovia el patrimonio espiritual de la iglesia de Solec, y de acuerdo con el canto antiguo que habla de la consolidación de la santa fe para los que estén aquí presentes cuando nosotros seamos sólo sombras.

(Texto recogido de la Página web de los PP. Trinitarios de España-Sur)

solemnidad de la Santísima Trinidad. "Los Brazos abiertos del amor".

solemnidad de la Santísima Trinidad. "Los Brazos abiertos del amor".

Dios es familia. Dios es comunidad. Dios no es un ser solitario, lejano, inaccesible, totalmente distinto a los hombres. No. Dios es una comunidad de tres personas, que viven desde siempre en una relación de conocimiento y amor entre sí. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Así nos lo ha revelado Jesús, situándose en el escenario del mundo y de la Historia como el Hijo, el Hijo único de Dios, hablándonos continuamente de Dios como su Padre y nuestro Padre, y prometiéndonos el envío del Espíritu Santo, que entra hasta el fondo del alma para darnos a conocer a Dios por dentro.
La fiesta de la Santísima Trinidad, que este domingo celebramos, viene a situarnos en esa relación de amor con las Personas divinas, protagonistas de la historia de la salvación para toda la Humanidad. Ese círculo de amor, en el que Dios vive feliz desde siempre y para siempre, se ha abierto para acoger a cada persona humana e introducirla en ese diálogo de amor que personaliza. El trato con personas nos hace personas. El trato con las Personas divinas nos diviniza, llevándonos a ser plenamente personas humanas.
El hombre busca el rostro de Dios. «Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro». Cuando el hombre se aparta de Dios, se vuelve a los ídolos, busca arañar el futuro, aunque sea por medio de adivinos, pero en el fondo de su corazón busca el rostro de Dios. «Nos hiciste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti» (san Agustín). Ese rostro del Dios único y verdadero se nos ha dado a conocer en el rostro de Cristo, el Verbo hecho carne. El rostro de Cristo es reflejo de la gloria de Dios, Él es imagen de Dios invisible. Él ve al Padre y nos habla continuamente del Padre. Por eso nos muestra el rostro de un Padre misericordioso, en la imagen del pastor que busca la oveja perdida.
Este único Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo ha querido poner su tienda en el corazón de cada hombre, ha puesto su morada en el alma inundada por la gracia de Dios. Desde lo más hondo del corazón humano, el hombre está llamado a adorar a Dios. El reconocimiento de esta profunda intimidad lleva al hombre a la actitud de la más profunda adoración, postrándose con todo su ser ante el único Dios que en Cristo nos ha mostrado su rostro. El culto cristiano es siempre un culto trinitario. Con el profeta exclamamos: «Santo, Santo, Santo», ante este Dios tres veces santo, que encuentra sus delicias en estar con los hijos de los hombres.

 + Demetrio Fernández
obispo de Tarazona

Cuadro de la dominica Cáritas Müller.

Cuadro de la dominica Cáritas Müller.

Consultar artículo de Ignacio Rojas en la dirección de Internet: http://www.trinitarios.net/publicaciones/revista%20numero%2040/escanear0006.jpg