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BLOG DEL LAICADO TRINITARIO DE VALDEPEÑAS

Oración a la Santísima Trinidad.

Oración a la Santísima Trinidad.

ORACIÓN DE ESCUCHA, ORACIÓN TRINITARIA:

Recuerda que la oración es un encuentro con Dios, todo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, para adorarle y dejarte trabajar por Él. La iniciativa y la llamada son suyas, y es Él quien desea tu presencia infinitamente más que tú la suya.

“Lo tuyo” es, en primer lugar, tomar la decisión de orar para responder a esa llamada y crear el clima que precede a una cita.

Intenta permanecer silencioso en su presencia, con toda tu fe y tu amor despiertos, para adherirte a lo que el amor de Dios quiere hacer en ti.

Y el deseo del Padre es hacer de ti, por medio del Espíritu de Jesús que te habita, alguien cada vez más parecido a su Hijo.

Al comenzar, trata de hacer una “ruptura vertical” para situarte en tu centro más profundo y, desde ahí, abrirte a la presencia de Dios y hacerte disponible para Él.

En este primer momento de la oración trata de movilizar toda tu atención que pide de ti esfuerzo, obstinación, paciencia e intensidad.

Es tu humilde manera de colaborar a la acción del Espíritu Santo en ti: porque lo que importa en la oración no es lo que tú haces, sino lo que consientes que haga Dios.

Es importante que en este primer momento tomes conciencia de lo que realmente deseas... y exprésalo en alguna frase breve que puedes repetir internamente una y otra vez.

Recuerda que nunca llegas sólo a la oración: estás aquí en nombre de muchos hermanos, de su deseo y de su clamor.

Siéntete unido a ellos y sostenido por ellos...

(silencio...)

CANTO:


(Que invoque la presencia del Espíritu)

Baja a lo profundo de ti mismo para encontrar allí a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo...

quédate en su presencia, sin prisa...

Gusta del amor que entre las Divinas Personas se vive...

intenta dar respuesta al mandamiento del Amor:

“Amarás al Señor tu Dios...”

¡ Escucha...!

El texto que vamos a contemplar es el más rezado por Israel, es su credo:

¡ESCUCHA!

Déjalo caer en tu corazón, deja que se introduzca

en lo más profundo de tu ser: ¡ESCUCHA!

“Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es solamente uno.

Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas.

Las palabras que hoy te digo, quedarán en tu memoria, se las repetirás a tus hijos

y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado.

Las atarás a tu mano como una señal, y serán como una insignia entre tus ojos;

las escribirás en las jambas de tu casa y en las puertas”.

(Dt 6,4-9)

(silencio….)


CANTO

(Que invite a la escucha, al silencio...)

“Aún no conocía Samuel a Yahvéh,

pues no le había sido revelada la palabra de Yahvéh…

vino Yahvéh, se paró y llamó como las veces anteriores

¡”Samuel, Samuel”

Respondió Samuel:

“¡Habla, Señor, que tu siervo escucha!”

Samuel crecía, Yahvéh estaba con él y no dejó caer ninguna de sus palabras”

(1Sm 3,7,10,19)

(silencio…)

“Seguid en todo, el camino que el Señor vuestro Dios

os ha trazado: así viviréis y seréis felices”

(Dt 5,33)

(silencio...)

Esta actitud de escucha, es necesaria para acoger la Palabra, el mensaje,

el proyecto de Dios Padre para mí;

en mi vida concreta, en mi trabajo diario, Dios me habla.

¡ESCUCHA!

No dejes pasar ninguna de sus palabras, de su mensaje...


“ESTE TIEMPO QUE NOS HA TOCADO VIVIR, ES PROPICIO PARA DAR CABIDA A LA DIMENSIÓN CONTEMPLATIVA DE LA VIDA, PARA QUE ÉSTA, ABSORVIENDO LA LINFA QUE VIENE DE SUS RAÍCES TEOLOGALES, SE RENUEVE ÍNTIMAMENTE Y SE VIGORICE”

(JUAN PABLO II)


CANTO:

(Que invite a la escucha de la Palabra)
(silencio...)

No baja a la profundidad de sí mismo quien busca el ruido,

el que es superficial, quien tiene miedo al silencio.

La oración exige una suave violencia,

porque hay que pasar del mundo de los sentidos a nuestra profundidad.

Es dejar que el Espíritu del Señor

nos atraiga hacia el Padre, nos descubra su amor, y el amor de los hermanos.

Es entrar en otra realidad, es un ir contra corriente,

es reaccionar contra la superficialidad, mi propia superficialidad.

Orar a solas en la senda de la soledad, con un corazón de discípulo.

Dispuesto a todo, abandonado en las manos del Padre.

Con el deseo de vivirlo a fondo.

En plena comunión con todo hermano y hermana...

Liberado de las ataduras de tus egoísmos.

Con el alma pobre y limpia.

Libre para dar... dispuesto a darte.

“Estad siempre en oración y súplica, orando en toda oración en el Espíritu,

velando juntos con perseverancia e intercediendo por todos”

(silencio...)

“Rogamos en todo tiempo por vosotros:

que nuestro Dios os haga dignos de la vocación

y lleve a término con su poder

todo vuestro deseo de hacer el bien y crecer en la fe”

(silencio...)

“Vigilad, pues, orando en todo tiempo

para que tengáis fuerza”

(silencio...)

El orante que está en actitud de escucha

descubre la fuerza del susurro del Espíritu,

en el silencio, aquél que busca el rostro de Dios,

escucha la plegaria que expresa su corazón:

“Oigo en mi corazón: ‘Buscad mi rostro’.

Tu rostro buscaré, Señor, no me escondas tu rostro”

(Sal. 142,7)

Es el anhelo que buscar el Rostro de Dios,

expresado en Cristo.

¡Cristo, Rostro del Padre!

Contempla este Rostro, iluminado por la luz del Espíritu.

Cada uno repita en su corazón:

“Tu rostro buscaré, Señor...”

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